miércoles, 9 de febrero de 2011

Paralelismos entre la película Matrix y la democracia mexicana. La libertad en México, una ilusión

Corre el año 2199. El hombre, otrora amo del mundo ha sucumbido ante un nuevo poder: máquinas sapientes, inteligencia artificial. 
Pero antes de caer, el hombre asestó un duro golpe a las máquinas. Ha “destruido el cielo” y con eso, oscurecido para siempre el principal sustento de las voraces máquinas: el sol
Más eso no les detendría. El poder, cual astuta serpiente siempre buscará una salida, una forma de subsistir y fue así, que sus otrora creadores, se convertían ahora en su alimento.
Las máquinas cosecharon así a los hombres, cual si fueran grano, cual si fueran ganado. Pero pronto vieron que para conservar su fuente de sustento era necesario darle al hombre aquello mínimo sin lo que este no puede vivir: un resquicio de libertad.
Para ello construyeron la Matrix, una enorme y compleja simulación virtual que semejase la sociedad humana, atrapando la consciencia colectiva  del hombre en un mundo de aparente libertad, de ilusiva elección, de falsa esperanza.

El guión suena brillante, novedoso. Sin embargo, dista de ser original. De hecho, me inclino seriamente a pensar que los hermanos Washowski se inspiraron en la política mexicana y en nuestra supuesta democracia, que a  lo cierto parece “Tan artificial como la Matrix en sí” –cual dijera brillantemente el Agente Smith como parte de uno de sus épicos diálogos con Neo, en la última entrega de esta excelente trilogía.
¿En qué me baso para hacer semejantes elucubraciones?
Observemos detenidamente aquellas presuntas garantías, el tan cacareado estado de derecho y preguntémonos con honestidad: ¿en verdad nos está siendo respetado aquello que por definición se supone nuestro?
Derecho al voto
Ciertamente podemos votar; es nuestra elección, nuestro “deber ciudadano”. Pero he aquí, que no podemos votar por quien queramos, sino por aquellos que se supone representan nuestros intereses, los intereses del pueblo. Venga, pero… ¿en verdad nos representan?  Si usted creía semejante ilusión, lamento decirle, que no es así. En México, las supuestas opciones políticas son una mentira.
Si no me cree, trate de encontrarle sentido a las alianzas entre el PRD  y el PAN. ¿Cómo entender que un partido que dice de sí mismo abanderar al pueblo, ser la voz de los más necesitados haya forjado una alianza con el PAN, un partido que  si bien es plausible que en sus orígenes hubiera fincado sus políticas en ideales en pro de la gente común, se le reconoce hoy día por ser eminentemente conservador, representando más bien el interés de las clases más favorecidas y los máximos poderes en México?
O recuerde conmigo, sea panista, perredista o del color que sea, como las elecciones presidenciales terminaron en sorpresa, cuando un candidato salido de no sé donde terminó imponiéndose al afamado Peje, contrario a todas las encuestas, a toda predicción (elecciones 2006). Las voces de intelectuales, escritores, periodistas y aún actores se alzaron contra aquella clara violación a nuestro derecho a elegir quien nos representaría en la máxima posición que un político puede ostentar, para luego ser silenciadas por la indiferencia –intencional- de los medios masivos de comunicación.
Cierto es, usted y yo podemos votar, pero igualmente es cierto que nada garantiza, cuando así debiera ser, que la decisión de la mayoría será respetada.
Libertad de expresión y derecho a la información.
Puede usted decir lo que quiera; puede usted alzar la voz; puede si lo desea gritar! Pero no espere que nadie lo escuche.
Hable de las muertas de Juárez, de las víctimas civiles del narco, de las violaciones a los derechos humanos en la frontera sur, lo más probable es que su voz se pierda en el eco de la desatención, o bien, de otro poderoso instrumento de esta Matrix político-mexicana: la desinformación.
En México, de poco nos sirve tener a dos de las televisoras más poderosas de Latinoamérica, cuando los intereses que rigen a estas son muy distintos a lo que un televidente educado esperaría: información veraz, crítica honesta, objetividad.
Si aún duda, échele un vistazo a lo que ha sucedido a Carmen Aristegui, una periodista y una mujer –en toda la extensión de la palabra- de probada moral, de impecable profesionalismo, intachable ética periodística y sobre todo innegable calidad humana.
Vea como los intereses del poder, tanto los visibles –actores políticos, empezando por nuestro Presidente- hasta los que evidentemente hay detrás –e incluso, por encima! Duopolio televisivo- terminan pasando por encima de SU interés, y el mío, el de ser correctamente informados, el de enterarse de lo que pasa en nuestro país y que afecta SÍ, si vida y la mía.
Así es, usted puede ver las noticias, pero a menos que tenga internet y haga cuidadosa búsqueda de contenidos, encontrará solo programación chatarra e hipócritas secciones de supuesto “debate”, de simulada crítica, siempre estéril, siempre superflua.

Seguridad
Intente salir de su casa; es su derecho; es su elección. Pero sépase que puede ser víctima “colateral” de la tremenda y lacerante violencia que vivimos. No espere –o desilusiónese después- que las diferentes instituciones e instrumentos policiales le protejan. Más bien, cuide bien que no sea la propia policía o el ejército quien le extorsione o le secuestre.

¿Le resulta patética la visión que le comparto? ¿Le resulta pesimista?
A mí también querido amigo; no sabe como desearía creer que el futuro que espera a mi hijo es brillante, promisorio; que este país, con tantas potencialidades puede por fin enfocar sus riquezas en pos del bien común, en pos de un verdadero crecimiento económico, social y sobre todo moral.
Pero creo, quizá me equivoque, que no encuentra el camino correcto aquel que cierra sus ojos y vive una eterna fantasía; que no es capaz de ejercer crítica sincera, que no pone los pies en la tierra para luego tratar de volar, a cielos mejores.
No será sino hasta que tomemos la píldora roja, cual  Neo lo hizo, que podremos comenzar a ver por nuestros propios ojos la triste realidad que como colectivo mexicano nos aqueja y de ahí, luchar, cada quien desde su trinchera por hacer a este, nuestro México, un México mejor.
Un abrazo
M.L.