Corre el año 2199. El hombre, otrora amo del mundo ha sucumbido ante un nuevo poder: máquinas sapientes, inteligencia artificial.
Pero antes de caer, el hombre asestó un duro golpe a las máquinas. Ha “destruido el cielo” y con eso, oscurecido para siempre el principal sustento de las voraces máquinas: el sol
Más eso no les detendría. El poder, cual astuta serpiente siempre buscará una salida, una forma de subsistir y fue así, que sus otrora creadores, se convertían ahora en su alimento.
Las máquinas cosecharon así a los hombres, cual si fueran grano, cual si fueran ganado. Pero pronto vieron que para conservar su fuente de sustento era necesario darle al hombre aquello mínimo sin lo que este no puede vivir: un resquicio de libertad.
Para ello construyeron la Matrix, una enorme y compleja simulación virtual que semejase la sociedad humana, atrapando la consciencia colectiva del hombre en un mundo de aparente libertad, de ilusiva elección, de falsa esperanza.
El guión suena brillante, novedoso. Sin embargo, dista de ser original. De hecho, me inclino seriamente a pensar que los hermanos Washowski se inspiraron en la política mexicana y en nuestra supuesta democracia, que a lo cierto parece “Tan artificial como la Matrix en sí” –cual dijera brillantemente el Agente Smith como parte de uno de sus épicos diálogos con Neo, en la última entrega de esta excelente trilogía.
¿En qué me baso para hacer semejantes elucubraciones?
Observemos detenidamente aquellas presuntas garantías, el tan cacareado estado de derecho y preguntémonos con honestidad: ¿en verdad nos está siendo respetado aquello que por definición se supone nuestro?
Derecho al voto
Ciertamente podemos votar; es nuestra elección, nuestro “deber ciudadano”. Pero he aquí, que no podemos votar por quien queramos, sino por aquellos que se supone representan nuestros intereses, los intereses del pueblo. Venga, pero… ¿en verdad nos representan? Si usted creía semejante ilusión, lamento decirle, que no es así. En México, las supuestas opciones políticas son una mentira.
Si no me cree, trate de encontrarle sentido a las alianzas entre el PRD y el PAN. ¿Cómo entender que un partido que dice de sí mismo abanderar al pueblo, ser la voz de los más necesitados haya forjado una alianza con el PAN, un partido que si bien es plausible que en sus orígenes hubiera fincado sus políticas en ideales en pro de la gente común, se le reconoce hoy día por ser eminentemente conservador, representando más bien el interés de las clases más favorecidas y los máximos poderes en México?
O recuerde conmigo, sea panista, perredista o del color que sea, como las elecciones presidenciales terminaron en sorpresa, cuando un candidato salido de no sé donde terminó imponiéndose al afamado Peje, contrario a todas las encuestas, a toda predicción (elecciones 2006). Las voces de intelectuales, escritores, periodistas y aún actores se alzaron contra aquella clara violación a nuestro derecho a elegir quien nos representaría en la máxima posición que un político puede ostentar, para luego ser silenciadas por la indiferencia –intencional- de los medios masivos de comunicación.
Cierto es, usted y yo podemos votar, pero igualmente es cierto que nada garantiza, cuando así debiera ser, que la decisión de la mayoría será respetada.
Libertad de expresión y derecho a la información.
Puede usted decir lo que quiera; puede usted alzar la voz; puede si lo desea gritar! Pero no espere que nadie lo escuche.
Hable de las muertas de Juárez, de las víctimas civiles del narco, de las violaciones a los derechos humanos en la frontera sur, lo más probable es que su voz se pierda en el eco de la desatención, o bien, de otro poderoso instrumento de esta Matrix político-mexicana: la desinformación.
En México, de poco nos sirve tener a dos de las televisoras más poderosas de Latinoamérica, cuando los intereses que rigen a estas son muy distintos a lo que un televidente educado esperaría: información veraz, crítica honesta, objetividad.
Si aún duda, échele un vistazo a lo que ha sucedido a Carmen Aristegui, una periodista y una mujer –en toda la extensión de la palabra- de probada moral, de impecable profesionalismo, intachable ética periodística y sobre todo innegable calidad humana.
Vea como los intereses del poder, tanto los visibles –actores políticos, empezando por nuestro Presidente- hasta los que evidentemente hay detrás –e incluso, por encima! Duopolio televisivo- terminan pasando por encima de SU interés, y el mío, el de ser correctamente informados, el de enterarse de lo que pasa en nuestro país y que afecta SÍ, si vida y la mía.
Así es, usted puede ver las noticias, pero a menos que tenga internet y haga cuidadosa búsqueda de contenidos, encontrará solo programación chatarra e hipócritas secciones de supuesto “debate”, de simulada crítica, siempre estéril, siempre superflua.
Seguridad
Intente salir de su casa; es su derecho; es su elección. Pero sépase que puede ser víctima “colateral” de la tremenda y lacerante violencia que vivimos. No espere –o desilusiónese después- que las diferentes instituciones e instrumentos policiales le protejan. Más bien, cuide bien que no sea la propia policía o el ejército quien le extorsione o le secuestre.
¿Le resulta patética la visión que le comparto? ¿Le resulta pesimista?
A mí también querido amigo; no sabe como desearía creer que el futuro que espera a mi hijo es brillante, promisorio; que este país, con tantas potencialidades puede por fin enfocar sus riquezas en pos del bien común, en pos de un verdadero crecimiento económico, social y sobre todo moral.
Pero creo, quizá me equivoque, que no encuentra el camino correcto aquel que cierra sus ojos y vive una eterna fantasía; que no es capaz de ejercer crítica sincera, que no pone los pies en la tierra para luego tratar de volar, a cielos mejores.
No será sino hasta que tomemos la píldora roja, cual Neo lo hizo, que podremos comenzar a ver por nuestros propios ojos la triste realidad que como colectivo mexicano nos aqueja y de ahí, luchar, cada quien desde su trinchera por hacer a este, nuestro México, un México mejor.
Un abrazo
M.L.
2 comentarios:
¡Excelente reflexión, amigo! Aunque la política casi siempre y en todas partes implica simulaciones, en México esto siempre ha sido mucho más complejo. Por ejemplo, para estudiar la política mexicana del siglo XIX se debe incursionar en un mecanismo informal (extralegal) de poder: el caudillismo. Si nos adentramos al siglo XX; la 'dictadura perfecta' del PRI implicaba toda clase de mecanismos para la obtención y conservación del poder, con una habilidad que habría dejado perplejo al mismísimo Maquiavelo.
Según el filósofo Jean Baudrillard, vivimos en una realidad virtual, en un modelo ficticio de ‘perfección’ e ideales irreales que substituye a la realidad auténtica, a la cual ya no somos capaces de percibir siquiera. Pensemos en la publicidad, que nos fabrica modelos de belleza, de éxito, de bienestar, etc. Y pensemos en la política, sobre todo la mexicana, donde lo informal, lo hiperreal (como dice Baudrillard), lo simulado y ficticio suple a la realidad.
Todo lo que mencionas y más es parte de este mundo de ficciones en que vivimos: la legalidad (¿existe acaso?, ¿ya no hay corrupción, mordidas y tranzas para todo trámite burocrático?); la justicia (la ‘Reina del Pacífico’ sólo ha sido sentenciada a un año, luego de su respectivo tratamiento de bótox en la cárcel; es sólo un ejemplo); la libertad expresiva (como bien señalas, el manejo de información por parte del repugnante duopolio, la programación basura y el aberrante caso Aristegui hablan por sí solos); la pluralidad política y la representación popular (¿esa ‘elite’ vulgar de las cámaras nos representa realmente, trabaja para el bien de sus votantes, nos rinde cuentas, tiene mandato popular real?); la inexistencia de la pena de muerte (¿y todas las ejecuciones extrajudiciales?); y un largísimo etcétera.
¿Qué cabe hacer? Primero: ser conscientes de esta situación aberrante. Segundo: preocuparnos por ello, que no nos sea indiferente, pues las campanas de la prostituida política doblan por todos. Tercero: participar, alzar la voz en cuanto sea posible, cada quien en su ámbito. Cuarto: unirnos como sociedad, no fragmentarnos más, no odiarnos más, pues es bien sabido que la unión hace la fuerza. Quinto: vigilar, exigir, demandar a las autoridades.
Saludos estimado amigo.
Permitame Moises agregar un sexto paso: EDUCARNOS Y EDUCAR A LOS DEMAS, no hablo solo de instruccion academica, hablo tambien de las mismisimas bases de la formacion de un individuo (valores, principios, etica, moral etc...).
Desafortunadamente los aparentes "nuevos" ejercitos y comandos armados, zetas, diversos carteles del narcotrafico,maras, ninis etc...en su mayoria estan integrados por aquellas largas e interminables filas de quienes no comen en casa 3 veces al dia, de quienes no asisten ni asistiran a las escuelas por su falta de recursos economicos entre otros, de aquellos menores de edad cuyos heroes nacionales son los primos que venden y fabrican la droga, estan protegidos contra todos y todo pues cargan plomo y son mas valientes que sus luchadores favoritos. Estan protegidos hasta de la justicia legal pues de ser "agarrados por las autoridades", al ser ello ser menores de edad sus delitos tendran menor peso a que si fueran cometidos por mayores de edad. Es una lastima que teniendo nuestro Pais todos los recursos necesarios para eliminarlo de los ultimos lugares en educacion a nivel mundial, sean algunos de sus tesoros encarrilados a la obtencion del reconocimiento global pero en crimen, en impunidad, en corrupcion, en marginacion por mencionar solo algunos. La tarea se vislumbra casi imposible de terminar y mientras no pongamos manos en la obra como NACION UNIDA, en pro de la justicia y el bienestar comun, el mal impuesto estigma sera imborrable de nuestra historia.
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